¿Cómo nos preparamos para trabajos que no podemos ni imaginar? ¿Somos conscientes que vamos a tener una vida laboral más larga? ¿Cómo nos familiarizamos y gestionamos la incertidumbre? Quizá debamos asumir que lo que aprendemos hoy lo más seguro es que no sea válido en algunos años.
Nuestra recomendación es formar en competencias y habilidades que nos permitan ser más flexibles para adaptarnos a las necesidades tan cambiantes. Esto nos hará más fuertes para la evolución permanente. Reinventarse, en definitiva.
Las máquinas están aprendiendo. Existen carros que ya pueden moverse sin conductor por las calles. Programas de computación que consiguen reemplazar trabajos que antes hacían profesionales incluso en ámbitos como el de los servicios legales, donde algunas funciones que realizaban abogados, ahora se han dejado en manos de la inteligencia artificial.
Nuestro presente se conoce como la época de grandes cambios tecnológicos, con consecuencias que no caben en la imaginación del ser humano. ¿Estamos viviendo un cambio de época o una época de cambios? Nos inclinamos por la primera opción que nos obliga a construir un “otro yo” 100% digitalizado, para mejorar nuestra empleabilidad y sobre todo la competitividad.
Sabemos, a partir de experiencias históricas de transformaciones productivas radicales, que se vienen cambios para ámbitos tan esenciales en nuestras vidas como el del trabajo, que no tiene que ver solo con nuestra subsistencia, sino también con nuestra identidad, nuestro entorno, nuestra cultura, nuestra autopercepción y lo que los demás perciben de nosotros. El trabajo, en definitiva, no es solo lo que hacemos, sino también en alguna medida lo que somos.
Lo más importante es saber adaptarnos a la nueva realidad y a las nuevas expectativas de los clientes. Utilizar la innovación y creatividad como herramienta protagonista, que la imaginación se vuelva una realidad.
Hasta hace algún tiempo la vida productiva de una persona podía resumirse en una línea de tiempo bastante predecible: una carrera profesional, un trabajo, ahorro, una casa propia, el retiro. Sin embargo, todo ha cambiado. El trabajo es una relación en permanente cambio, casi de trashumancia entre una empresa y otra, con nuevos jefes y empleados, con la demanda de nuevas habilidades y competencias.
El fundador del foro económico mundial, el economista alemán Klaus Schwab, mencionó el concepto de cuarta revolución industrial. Si la tercera fue la revolución digital, la cuarta se define por avances tecnológicos en campos como robótica, inteligencia artificial, cadena de bloques, nanotecnología, computación cuántica, biotecnología, internet de las cosas, impresión 3D y vehículos autónomos.
En Grupo Brocal hacemos posibles las nuevas ideas, creando productos que creíamos imposibles, que esta nueva era lo hace posible. ¿Quieres un zapato de plástico? Podemos fabricarlo. ¿Quieres un contenedor de plástico? Podemos fabricarlo.
La tecnología digital revolucionó el comercio, el consumo y la logística. Gracias a ella una marca norteamericana puede vender a clientes europeos productos cuyos componentes se crearon a partir de materias primas del tercer mundo y cuyas partes se ensamblaron en puntos distantes, como China o México.
En medio de este panorama se ha calculado que un 47% de los empleos en Estados Unidos tiene un alto riesgo de ser automatizado. Los economistas menos catastróficos subrayan que en el pasado los cambios tecnológicos han terminado creando más puestos de trabajo que los que eliminaron. Aunque el corto plazo puede ser turbulento, reconocen que en el largo todo será para mejor, y los efectos negativos pueden mitigarse a través de las acciones de los gobiernos.
Nos estamos moviendo de una realidad donde la gente busca un trabajo estable a otra en la que cada uno tiene que resolver qué quiere hacer, cómo encontrar la capacitación necesaria, cómo promoverse a uno mismo, probarle a los demás que es bueno en lo que hace y que tiene valor.
Todos vamos a tener que involucrarnos mucho más en crear el trabajo que queremos hacer. Ser jefe de uno mismo será cada vez más frecuente e incluso necesario. Vivir en constate innovación personal, profesional y emocional.
Debemos asumir que el mundo nunca más será el que fue, pero tampoco es todavía el que definitivamente será. La flexibilidad es el camino. El futuro está abierto. Debemos estar abiertos al cambio y no tener miedo a las “ideas locas”, nosotros te apoyamos a hacerlas realidad.