2020… quizás no fue tan malo

El año pasado fue un año que tuvo los peros y a la vez mejores momentos del siglo XX. Luchamos contra un enemigo invisible, que causó mucha controversia en cuanto a su capacidad de matar, así como también a lo que somos capaces los seres humanos, pero sin duda, nos ha puesto a todos a pensar en lo inevitable: la muerte.

Entrar en contacto con nuestra mortalidad, entre todo, es quizás lo mejor del año. Sabernos finitos, mortales, nos permite darle perspectiva a lo que hacemos. Nuestra vida está sobre el escenario. Las calles quedaron vacías, pero el escenario no. Dándonos una perspectiva de vida mucho mayor a la que jamás habíamos visto. Siempre, nuestras acciones les gusten a otros o no, deben llenarnos, que nos de paz, satisfacción.

De nada sirve hacer las cosas si llenamos nuestro interior de desgano, rencor, dolor o frustración. Estamos por un corto tiempo en la tierra, eso es una lección. Un bicho, no sólo el pandémico actual, sino cualquier otro, que hasta un resbalón en la ducha puede terminar con nuestra vida. Entonces volteamos los ojos a nuestro público primario, nuestro corazón, la familia y con todos aquellos con los que interactuamos en las esferas.

Nuestro legado, nuestra reputación, será el peso o el premio que deban llevar a todos lados donde vayan nuestros productos. Los negocios que hagamos podrán manchar o hacer brillas ese nombre que queremos heredar a la vida. Viendo los momentos difíciles que nuestro pueblo, nuestra gente está pasando por la pandemia, tomamos las lecciones de la palabra famosa de la pandemia: Resiliencia. Viendo al futuro para buscar la amplitud del horizonte la mejor manera de servir aquellos a los que se los debemos: nuestros clientes, usted.

Todo en la vida son oportunidades, lecciones; a veces buenos a veces malos, pero como seres humanos debemos tomar todo para seguir adelante, creciendo y formando ese legado que queremos dejar a nuestra gente. Así que celebremos la vida, celebremos la realidad humana, una vida que lo que puedas soñar lo podemos hacer, no tengas miedo de soñar.

Hace 40 años Rodrigo Calderón y Elsa Brown decidieron tomar el riesgo, la oportunidad de fabricar productos de calidad A para ayudar a toda la industria médica del mundo, creando contenedores para punzocortantes con el fin de ayudar a tener procesos más eficientes, más cuidadosos y bajar la contaminación al planeta en basura médica. Enseñar a la gente cómo se debe tirar de una manera adecuada esta basura.  Abriendo el portafolio a cajas para guardar cosas, basureros de todos los tamaños con un diseño antiderrame, todo fabricado con un plástico que no contamina al medio ambiente.

Buscando una oportunidad en el mercado que tenga la posibilidad de ayudar al medio ambiente también.

La idea no quedó ahí, al tener una fábrica de plástico inyectado las posibilidades son casi infinitas, porque como decíamos lo que tu sueñas nosotros lo creamos.